Estimad@ Gem-Mas:
En efecto, el asunto es complicado y me descubro ante la fuerza de tus argumentos. Es evidente: el perjuicio que podamos producir en la vida de un hombre, colocándole unas esposas, arruinando su honor y su prestigio profesional y separándole de sus hijos ("matándole" en algún caso preventivamente, no es nada personal) todo eso, es nada o poca cosa frente a lo más sagrado que tiene una persona, que es su vida física. Hasta ahí todos de acuerdo, espero. Pero una ley no tiene ojos y es el juez, basándose en los principios de proporcionalidad, contradicción, igualdad ante la ley, independencia...etc. establecidos en la Constitución, quien administra la justicia (que emana del pueblo) en nombre del Rey. Todo esto tan importante y tan hermoso que estudiamos en nuestra profesión nos lo podemos cargar si el ejecutivo pretende regularlo absolutamente todo y no deja a la judicatura desempeñar su trabajo, relegándola al estatus de robot o convidado de piedra, bajo el argumento, que sin duda es siempre poderoso, de los errores judiciales "con resultado de muerte" . Se impone, pues, una tercera vía: la de proporcionar a los jueces las mejores herramientas para desempeñar su trabajo, tanto técnicas cuanto legislativas, dejándoles "juzgar y hacer ejecutar lo juzgado" de forma responsable, pero con libertad.
¿Qué cómo se hace eso? En primer lugar pidiendo responsabilidad, a su vez, a los políticos, que no actúen a golpe de ocurrencia demagógica y que se preparen un poquito los discursos antes de salir "al ruedo", pues, nosotros ("el respetable público", pueblo que los vota y sostiene) debemos ser exigentes.
Un saludo.