Estimado equipo docente:
Los motivos de la presente son fundamentalmente dos, que titulo a continuación, por si no disponen de mucho tiempo y estiman no son de interés, pero les aconsejo seguir, pues lo mismo se ríen un poco:
1. Apelar a la clemencia, no solo para mí sino para con todos los compañeros.
2. Propuestas para la mejora didáctica de la asignatura.
El primero es bastante tópico y egoísta; me disculpo por ello. Después de estudiar y esforzarme mucho, créame, he hecho un mal examen. Total, que asegurando sufrir gran dolor por mis pecados y teniendo firme propósito de enmienda en el segundo parcial, suplico indulgencia para no tener que repetirlo. Lo reconozco, la mayoría de los motivos de este fracaso son personales: mi incapacidad para administrar el tiempo, mi caligrafía lenta y enrevesada y este ampuloso estilo literario (herencias de un profesor falangista que tuve y con los cuales jamás conseguí tomar unos apuntes decentes ni terminar un examen a su hora) el estrés ante dichas pruebas, que me río yo de las de Hércules o las de Asterix...etc. Otros motivos, sin embargo, no obedecen tanto a defectos míos -muchos sin duda- cuanto a aspectos más generales. Unos no tienen solución. Vamos a ver (tomen aire, por favor) : cuando un hijo de balinés, nacido en La Habana y residente el Munich se niega a satisfacer alimentos a una murciana, por parte de padre, que reside en Nairobi argumentando que su matrimonio, contraído en Afganistán no es válido según el fuero del Baylio, de imperativa aplicación, pues pasa en Burguillos del Cerro las vacaciones, pese a ser apátrida y además porque tiene pendiente el reconocimiento de una sentencia sobre, prácticamente, el mismo asunto en la Audiencia Provincial de Sölvesborg (Suecia)....En fin: el pobre juez de La Coruña, que conoce del litigio, o bien les manda a freír espárragos a la Patagonia (por lo visto allí se crían hermosísimos) o a lo sumo, dice que sí, que hará lo que pueda, pero aplicando el Derecho que estudió en Cangas de Onís -su pueblo- pues es el que se sabe. Por lo menos, mientras termina un cursillo acelerado de Derecho Internacional Privado que sigue en la UNED, por las noches y de riguroso incógnito. Pues bien, si Su Señoría, todo un experto jurisconsulto, tiene dificultades, pueden imaginarse Uds. la perplejidad y frustración de un humilde alumno ante tan bella como difícil asignatura, cuando se ha leído tres o cuatro veces el “manual” y no termina de encajar la cosa.
OTROSÍ DIGO:
No todo van a ser lágrimas y lamentos: hay cosas que pueden hacerse. En primer lugar voy a hablar tocho, digo del libro, Tomo I. A nadie me parece se le escapa, a estas alturas que necesita una actualización amén de una buena cura de adelgazamiento y tal vez, de humildad. Lo digo con todo respeto. Siempre he pensado que los catedráticos deberían escribir dos tipos de libros: uno para los colegas y otro para los alumnos. Y es que parece les diera vergüenza hablar como el resto de los mortales y sobre problemas de este mundo. Yo entiendo que les aburra, pero yo también me aburro cuando voy por cinco páginas y se me dice al final que sobre eso “no hay jurisprudencia...” ¿No será porque el problema NO existe en realidad? Propongo, por tanto, la edición de unos apuntes en román paladino, una especie de Vulgata, dejando “Las Sagradas Escrituras” para el deleite de eruditos y metafísicos del Derecho. A precio módico, se venderían como rosquillas y perdón por la comparación. Ello podría paliar los males producidos por “apuntes” que circulan, sin la menor garantía, por la red, con gran perjuicio de los derechos de autor y gran regocijo de los fotocopistas. Eso sí, les ruego sean de la propia editorial UNED, que tiene la consideración de utilizar papel blanco y unos tipos legibles (algunos tenemos ya una edad...). Si la tinta fuera negra en lugar de gris, ya sería Jauja. Sugiero, por último, que incorpore un glosario sobre los términos más utilizados: norma reguladora, de conflicto, lex fori, lex causae, derogatio fori...a modo de lo que hacía Agata Christie en sus novelas para que el lector no se perdiese con tanto personaje.
Voy ahora con el examen. No me parece tampoco muy justo que te obliguen a meterte quinientas páginas y tengas que contestar en noventa minutos, dentro de una servilleta, pero comprendo que sea pesado para el que corrije “tragarse” folios y folios en espera de que el alumno “atine” con lo que se le pregunta. Soy de esos: lo siento. Mi cerebro es más parecido a un desván o a un “rastro” que a una ordenada biblioteca: “art.16.1, fila 4, estante 18: tocado y hundido”. Por ello agradezco un “empujoncito” al plantear las cuestiones. Si se hace en los casos prácticos (los cuales uno no puede contestar porque apenas le ha quedado tiempo urgando en el “desván”) ¿Por qué no también en la primera parte? Sé que ustedes intentan ser comprensivos en ese sentido, pues las preguntas podrían ser mucho peores, pero reconozcan que hay gran cantidad de epígrafes que no identifican adecuadamente lo que viene debajo y eso no ayuda para la precisión que se exige.
Dicho lo cual en términos de defensa y como mejor proceda en Derecho, me despido deseando no haber dicho muchas tonterías o al menos, haberlo hecho con cierto salero. Quedo muy agradecido por su atención.