La situacion actual exigue una imediata repuesta no solo para la presente generacion si no fundamentalmente para la venidera. Con este articulo Hessel, lo que trata es de forma rabiosa la apatia de la juventud ante la destruccion del sistema y el renacimiento de nuevas formas de facismo como esta ocurriendo en gran parte de europa. Ese facismo economico (que en algunos casos es mas belicista que el facismo politico, pues despoja al cuidadano de todo derecho y solo es un ser mas cercano a los animales que al ser racional), va cubriendo todo el horizonte europeo, auspiciado por el neoliberalismo americano y potencias que esperan la caida completa de nuestro sistema para alzarse con un nuevo modelo, muy parecido al de la obra de G. Orwell (1984).
Stéphane Hessel es el autor de este breve e interesante libro que nos invita a reflexionar y actuar contra la dictadura de los mercados. A sus 93 años tiene en su haber la experiencia de la Resistencia a la invasión nazi en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, de haber colaborado en la redacción de la Declaración de Derechos Humanos o de ocupar desde 1977 un asiento en Naciones Unidas como embajador de Francia. Cuando un superviviente militante de esta catadura llama a la insurrección pacífica, a desperezarse y rebelarse, hay que escucharlo porque sabe de qué habla. “Indignaos“, dice, “hoy se trata de no sucumbir bajo el huracán destructor del consumismo voraz y la distracción mediática mientras nos aplican recortes a nuestros derechos“.
“Se atreven a decirnos que el Estado ya no puede garantizar los costes de estas medidas ciudadanas. Pero ¿cómo puede ser que hoy no haya suficiente dinero para mantener y prologar las conquistas de la sociedad del bienestar cuando la producción y la riqueza han aumentado considerablemente desde que Europa salió de una guerra que la dejaba en ruinas? El poder del dinero nunca ha sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta las más altas esferas del Estado. Los bancos, privatizados, se preocupan en primer lugar de sus dividendos y de los altísimos sueldos de sus dirigentes, pero no del interés general. Nunca había sido tan importante la distancia entre los más pobres y los más ricos, ni tan alentada la competitividad y la carrera por el dinero“
Indignaos! es el grito de Hessel dirigido a los jóvenes. De la indignación, afirma, nace la voluntad de compromiso con la historia. De ella nació la resistencia al nazismo y todas las conquistas sociales que, desde el punto de inflexión del 11-S, vienen marcando el camino inverso a una velocidad alarmante. Cuidado, nos dice, “hemos luchado por conseguir lo que tenéis, y lo hicimos con menos medios que ahora, desde una Europa totalmente destruida por la guerra. Ahora os toca a vosotros defenderlo, mantenerlo y mejorarlo; no permitáis que os lo arrebaten. Luchad por mantener los logros democráticos, los valores éticos, de justicia y libertad que poco a poco se materializaban desde la dolorosa guerra. Para distinguir entre opinión pública y opinión mediática, para no sucumbir al engaño propagandístico“
Cinco euros y poco más de treinta páginas. Un alegato contra la indiferencia, contra el atropello a los derechos colectivos conquistados que hoy están seriamente amenazados. Nada nuevo que no se sepa, por otra parte, pero motiva que venga a decirlo un señor que ya ha cumplido su papel para con la sociedad y para con la vida, porque algo no debe andar demasiado bien cuando este llamamiento contra la indiferencia colectiva no se hace desde cualquiera de nuestros pretendidos representantes, signos y colores al margen.
Es posible que en el mundo actual, como bien dice, sea bastante más complicado que antaño identificar a los responsables físicos del retroceso, por lo que el conformismo se halla generalizado. Mientras tanto, lo que está en juego es la libertad y los valores principales de la humanidad. “Las razones para indignarse pueden parecer hoy menos nítidas o el mundo demasiado complejo, pero sigue ahí, en la dictadura de los mercados, en el trato a los inmigrantes, a las minorías étnicas. Buscad y encontraréis, coged el relevo, indignaos, la peor actitud es la indiferencia. De lo contrario, perdéis uno de los componentes esenciales que forman al hombre: la facultad de indignación y el compromiso que le sigue”. Pues a ver si prende de una vez por todas la mecha.
Saludos cordiales.
El ensayo del autor norteamericano Francis Fukuyama – “El Fín de la historia y el último hombre” viene a ser una contrarréplica contra el artículo de Hessel, aunque el libro anterior ya tiene varios años. El neoliberalismo tan maldecido por algunos e incluso asimilándolo de forma increíble con el fascismo – supongo que por falta de lecturas – ha sido la forma económica que nos ha llevado a los niveles actuales de desarrollo y prosperidad, a cotas de bienestar que durante los últimos 60 años en Europa por ejemplo han elevado el nivel de vida a cotas imaginables.
El fascismo y el socialismo o comunismo es una forma política que en el aspecto concreto de la economía significa planificación, el régimen hitleriano tenía conceptos socialistas económicos difíciles de esconder por cualquier observador y no digamos ya el comunismo que entronca directamente con planteamientos de planificación estatal de la economía como consecuencia directa de las teorías marxistas.
El referido autor norteamericano de origen japonés de forma brillante hace un repaso de las principales corrientes filosóficas que han tenido incidencia en la humanidad y llega a la conclusión de que en cuanto a forma política hemos llegado al fin de la historia, esto es, la democracia parlamentaria con sistemas económicos neoliberales que respeten la propiedad privada y la iniciativa individual.
Los actuales sistemas sociales, el llamado Estado de Bienestar proviene del II Reich, y fue creado en Alemania por Bismarck, lo que está claro que dicho sistema social que garantizaba pensiones y prestaciones para los desempleados se hizo para una situación determinada del s. XIX y con una población mucho inferior a la que actualmente tiene Alemania por ejemplo.
El fascismo económico es el que a mí me digan qué tengo que producir, cuánto, es todo lo contrario al neoliberalismo económico donde prima la libertad individual que se exterioriza en la libertad de empresa y de propiedad privada. Sólo hay que ver las economías liberales qué nivel de desarrollo tienen y nivel de vida y el ver las economías comunistas donde llevaron y lo que les está costando a sus sociedades salir adelante.
La crisis de mayo de 68 fue un intento de retomar planteamientos comunistas en unas sociedades enmarcadas en una guerra fría contra la Unión Soviética, fue un movimiento claramente dirigido por las elites soviéticas en connivencia con los intelectuales izquierdistas que cómodamente desde sus despachos y cátedras de universidades en Europa añoran un sistema político que ha sido el más despiadado de la historia de la humanidad, el comunismo. Claro está lo hacían desde Francia porque a la URSS no se iban a vivir.
Sí que coincido con Hessel de que la juventud está apática, posiblemente por falta de formación cultural y humanística y porque los jóvenes del 68 tuvieron unas oportunidades de formación y de calidad universitaria que hoy en día no existen.
Es curioso como las personas como Hessel que durante toda su vida se han aprovechado del sistema democrático que les ha permitido vivir más que decentemente cuando llega una determinada edad vuelven a planteamientos marxistas – a nivel económico – y vituperan el sistema económico que ha permitido a Europa tener el nivel de vida más alto de su historia.
El mayor recorte a nuestros derechos es no trabajar, no es el no cobrar un seguro de desempleo, es no poder aspirar a un trabajo digno y desarrollarte como persona y eso seguro que el sistema de comunismo no te lo da.
El fundamentalismo del Estado de Bienestar conlleva desmotivar a la gente, y sobre todo a la juventud, la gente no tiene iniciativa privada e individual porque piensa que el papa Estado se lo va a solucionar todo.
Creo que era Thomas Jefferson que decía que para hacernos iguales no se puede hacer al fuerte débil, una sociedad no puede basarse en hacernos a todos iguales por embudo y debe basarse en la meritocrácia y en valorar justamente al más capaz y al más apto – sé que suena un poco darwinniano – pero es lo más justo. Si mis capacidades individuales e intelectuales me dan un talento para lo que sea, para los negocios, etc, no se me puede coartar con impuestos dicha capacidad para sostentar un sistema que no se sostiene porque no hay base demográfica.
¿Cómo salió Europa de las ruinas?. Aquí directamente la tesis de Hessel entra en quiebras, primero hemos salido porque los Estados Unidos reconstruyeron financieramente las economías europeas y luego porque mantuvieron 500.000 soldados en Europa garantizándonos nuestra defensa frente a la agresión comunista y así los países europeos pudieron dedicarse a dotarse de sistemas de protección social mientras los yankis nos garantizaban la defensa.
Hay problemas graves, y gente empobrecida pero el nivel de vida ha aumentado espectacularmente, no solo en Occidente sino en buena parte de las llamadas economías emergentes, como la India y China. Qué curioso que China que va como una locomotora económica aplique la máxima hipócrita de un país dos sistemas, esto es, dictadura comunista política pero a nivel económico capitalismo propio del s. XIX.
Es cierto como dice el último párrafo de su escrito, los desafíos no están tan ocultos son el Islam radical wuahadista que provocó 3000 muertos en New York, son una amenaza directa contra los derechos y libertades que Occidente ha conquistado durante siglos, no sólo durante el periodo posterior a la segunda guerra mundial como dice Hessel, y protagonista de la salvaguarda de dichos derechos han sido los norteamericanos con su continua lucha contra el comunismo y ahora contra el islam radical personificado en Al-Quaeda, los talibanes y Sadam Hussein – aunque éste último no se le puede asociar al islam radical y sí a dictadores peligrosos de nivel de Stalin, y Hitler –
Es cierto no podemos perder el norte y creer que la actual crisis vamos a salir con medidas proteccionistas, repetir los errores de la crisis del 29 con medidas económicas de aranceles, proteccionismo, esto es, en contra de la globalización y del neoliberalismo económico nos llevará a un desastre y a guerras entre países. La cooperación internacional y económica es básica para sacar a la gente desfavorecida de su pobreza pero primero hay que exigir que dichos países se doten de sistemas políticos democráticos y no corruptos y sujetos a tutelas económicas internacionales que impidan la corrupción galopante en dichos países.
PD: Joder cómo cuesta escribir con una mano solo.