Murió a causa de la ley antiblasfemia, y si algo reivindica su imagen, es que nadie más debe morir por la ley antiblasfemia.
Insisto: es un tema teológico y la ley no tiene nada que hacer. No puede utilizarse la ley fraudulentamente, para algo que es imponer el punto de vista teológico del PSOE. El PSOE sobre teología, puede sugerir o rogar, nunca imponer.
En cuanto a lo de reivindicar a Saturno, cierto, nadie lo reivindica directamente, pero reivindica unas revoluciones que más que revoluciones son involuciones, que lo que hacen es devorar a sus hijos.
¿Te refieres a las blasfemias de tu amigo Federico al comisario Ruiz, por cuyas causas la mujer de Ruiz pilló una depresión de caballo y acabó suicidándose?. Sí, si. Muy cristiano el tío Federico, portavoz de la Conferencia Episcopal durante muchos años. Una eminencia que es el gachó...pero bueno, ese es otro tema.
Volviendo al tema que nos ocupa, no toda la Iglesia quiere permanecer hermética a adaptarse a los cambios sociales. Dentro de la Iglesia hay muchas teorías. Una de ellas, repudiada por el sector más conservador, es el de la TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN. ¿Qué es?:
La Teología de la Liberación es una corriente teológica en el seno de la Iglesia católica que nació en Iberoamérica tras el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín (Colombia, 1968). Es reconocida por sus inclinaciones al marxismo. Sus representantes más destacados son los sacerdotes Gustavo Gutiérrez Merino (peruano), quien en 1973 editaría el primer libro sobre el tema Historia, política y salvación de una teología de liberación, Leonardo Boff (brasileño), Camilo Torres Restrepo (colombiano) y Manuel Pérez Martínez (español). La Teología de la Liberación intenta responder a la cuestión que los cristianos de América Latina se plantean cómo ser cristiano en un continente oprimido, y preguntas como "¿Cómo cantar al Señor en una tierra extraña?", "¿Cómo conseguir que la fe no sea alienante sino liberadora?". Uno de los máximos exponentes de esta teología, el jesuita Ignacio Ellacuría, fue asesinado a sangre fría; igual suerte corrió el Padre Mugica. Muchos sacerdotes y agentes de pastoral practican y aceptan los supuestos de esta teología en varios países de América Latina, pero esta corriente está difundida por toda la Iglesia católica.
Algunas de las ideas de la Teología de la Liberación son:
1.La salvación cristiana no puede darse sin la liberación económica, política, social e ideológica, como signos visibles de la dignidad del hombre.
2.Eliminar la explotación, la falta de oportunidades e injusticias de este mundo.
3.Garantizar el acceso a la educación y la salud.
4.La liberación como toma de conciencia ante la realidad socioeconómica latinoamericana.
5.La situación actual de la mayoría de los latinoamericanos contradice el designio histórico de Dios y la pobreza es un pecado social.
6.No solamente hay pecadores, hay víctimas del pecado que necesitan justicia, restauración. Todos somos pecadores, pero en concreto hay que distinguir entre víctima y victimario.
7.Tomar conciencia de la lucha de clases optando siempre por los pobres.
8.Afirmar el sistema democrático profundizando la concienciación de las masas acerca de sus verdaderos enemigos para transformar el sistema vigente.
9.Crear un “hombre nuevo” como condición indispensable para asegurar el éxito de la transformación social. El hombre solidario y creativo motor de la actividad humana en contraposición a la mentalidad capitalista de especulación y espíritu de lucro.
10.La libre aceptación de la doctrina evangélica, es decir, primeramente procurar a la persona unas condiciones de vida dignas y posteriormente su adoctrinamiento evangélico si la persona quiere.
Sin embargo, es capital destacar la apreciación que hace Gustavo Gutiérrez: al contrario que otros postulados teológicos o filosóficos, la Teología de la Liberación es un acto segundo, es decir, emana de una experiencia de compromiso y trabajo con y por los pobres, de horror ante la pobreza y la injusticia, y de apreciación de las posibilidades de las personas oprimidas como creadores de su propia historia y superadores del sufrimiento. No es, por tanto, un desarrollo intelectual que luego se quiera llevar a la realidad.El Papa Juan Pablo II solicitó de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe dos estudios sobre la Teología de la Liberación, Libertatis Nuntius de 1984 y Libertatis Conscientia de 1986. En ellos se argumentaba básicamente que, a pesar del compromiso radical de la Iglesia con los pobres, la disposición de la Teología de la Liberación a aceptar postulados de origen marxista o de otras ideologías políticas no era compatible con la doctrina, especialmente en lo referente a que la redención sólo era posible alcanzarse con un compromiso político.
En ese momento el Prefecto de la Congregación era el entonces Cardenal Ratzinger (hoy Papa Benedicto XVI), crítico de la Teología de la Liberación. Señaló en dichos documentos lo que consideraba "errores de algunas formas de la Teología de la Liberación", que según conclusiones de la Congregación.
¿Y qué iba a decir un tío que luchó con los nazis destinado en una antiaérea y luego lo hicieron ¡PAPA!?
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