A Carrillo le odian todos los comunistas de su época.
O le odiaban, porque si son piadosos, le perdonarán dada su avanzada edad.
Cínico, traidor, oportunista, utilitario, pragmático de la peor especie, son los calificativos que le dedican.
Análisis obvio: se ve con un pie en el otro barrio y quiere, de algún modo, lavar su imagen ante la historia, por lo menos ante los ideológicamente afines que no tuvieron la desdicha de sufrirlo.
Eso suponiendo que Carrillo sea ideológicamente algo, que tengo para mí que es un gurú de sectas, que emplea a los semejantes para sus propios fines. Muchos de sus adeptos, gente completamente inocente, padecieron injustamente las monstruosidades franquistas por su culpa. Por eso quiere lavar su imagen, por eso sus apelativos constantes a sus camaradas, por eso muchos de ellos reniegan de él, etc. Ya no sabe cómo ganarse su compasión, ni la de sus familias. No sabe cómo ganarse más compasión que la que provoca su propia existencia trágica.
No sé qué decir para aliviar un poco el peso de este tono trágico y tétrico: tomó un camino equivocado, cualquier ser humano puede tomar ese mal camino: somos libres y precisamente por eso, no estamos a salvo de tomar caminos peligrosos ya sea para nosotros o para nuestros semejantes. ES HUMANO.