Eso que llamas memoria colectiva, te pongas como te pongas, es un acto de fe.
Veamos unos ejemplos:
1. A mí me dicen algunos que lo vivieron, que la España franquista era un paraíso. Otros me pueden decir que era un infierno.
2. A ti te dice Preston o Moa, una cosa y la contraria sobre la república.
3. Al otro le pueden decir otros, unas cosas que son un término medio entre Preston y Moa.
¿Y qué sacamos de todo esto? Pues lo de siempre. Que nos podemos creer lo que nos cuentan, a pies juntillas, creérnoslo a medias, no creer nada o pasar de todo. Pero al final, todo se reduce a un acto de fe.
Entonces, eso que llamas tú memoria colectiva, no es más que creer o no creer en la mitología de Preston, en la de Pío Moa, en los eclécticos, no creer en nada de ello, pasar de todo ello, pero no deja de ser un acto de fe. Cuenta Virgilio por ejemplo que Roma viene del linaje de Eneas. (Que supuestamente pudo escapar de la Guerra de Troya,) Y eso te lo puedes creer o no, pero no deja de ser un acto de fe. Pero no puedes recordar ese hecho.
Lo que resulta absurdo de todo punto, es oficializar un relato, en este caso el de Preston, como una especie de religión oficial.