siempre me ha parecido que se ha diseñado para atender las "necesidades mínimas" de la población y no para satisfacer las necesidades reales de un alumnado que desee formarse.
[...]
Pero eso no quiere decir que yo esté a favor de abolir la escuela privada si recibe una financiación adecuada con los gastos que ahorra al Estado (es decir, menor, pero cuyo resultado sea proporcionalmente idéntico a los fondos que pudiera disponer una escuela pública). No creo que sea una fórmula mala si, además de ese criterio financiero ya mencionado, atiende a criterios de especialidad, algo que en la escuela pública no se puede dar por motivos obvios.
La escuela pública debería ser de calidad, siempre. En cuanto a la enseñanza concertada, opino que, en cuanto a admisión de alumnos, se debería reservar un porcentaje para alumnos que en principio se podrían considerar problemáticos: gitanos, ecuatorianos, marroquíes, dominicanos, etc. Y ello de forma que el porcentaje de alumnos extranjeros (y de ciertos orígenes) en la escuela concertada fuera similar al existente en la escuela pública.
Opino también que las supuestas "cuotas voluntarias" deberían desaparecer, y ser causa de la desaparición del concierto en caso de producirse.
En cuanto a cálculos de costes, sería interesante que, al evaluarlos, se distinguiera entre los costes existentes en zonas rurales, donde sólo hay oferta pública, de los presentes en áreas metropolitanas.
Lo que sí está claro es que si la escuela pública se convierte en residual y complementaria de la enseñanza concertada, con reducción de su eficacia, entonces se está rompiendo el principio de igualdad de oportunidades, y habrá alumnos y alumnas que no puedan desarrollar todo su potencial.
Lo cual es, cuanto menos, triste.