A ver: Anagar tiene razón con lo del Príncipe, hay que tener en cuenta que al ser un libro sobre cosas típicas del lado masculino, (no sé, materialista, calculador, guerrero, que va a lo suyo, que va a lo que va y va a lo práctico, para bien y para mal. ¡cuidado!) es lógico que no sea de lo que más puede molar a una mujer que tiene otra mentalidad. Una mentalidad digamos más espiritual, compleja, paradójica, sensible, romàntica, pacifista, algo utópica, por qué no decirlo, (para bien y para mal: ¡cuidado!) etc.
Y es lógico que al no molarle ese tipo de cosas de política dura, de militarismo, de machacar al otro, pragmatismo y a veces, del duro, etc. pues se le haya olvidado eso. ¡Es normal! Y que no le guste eso a una mujer es de lo más normal. Y que al no gustarle eso, se le haya olvidado, también es normal. Pero eso no implica que Anagar sea una zote, que no lo es en modo alguno, ni que carezca para nada de capacidad, ni que intelectualmente no sea brillante: lo es. Es muy brillante e intelectualmente es una auténtica maravilla. Se equivoca en una cosa: no es que para ella sea un tema complejo de entender, lo del Príncipe, sino que por el tipo de temàtica tan contraria a su forma de ser, es lógico que no le gustara y que, al no gustarle, se le hubiera olvidado.
Lo poco que yo recuerdo así, del Príncipe, porque lo leí hace bastantes años, es esto...
Maquiavelo era ante todo un estratega, de mentalidad militar.
Para Maquiavelo no era cuestión de ideología, ni de moral, sino de lo que debe hacer un Príncipe para llegar y mantenerse.
Es obvio que, ese libro, como manual de supervivencia política sigue de actualidad, mal que nos pese. Es un reflejo de la psicología del ser humano, porque ese señor entendía perfectamente al ser humano, es un reflejo de la historia, porque él entendía perfectamente la historia, es un reflejo de la estrategia militar, porque él lo comprendía a la perfección y es un reflejo de la política, porque él entendía perfectamente la política. Es como un libro de estrategia: los libros de estrategia no enseñan a ser buenas personas, sino a vencer.
Pues ese libro, como todo libro de estrategia, enseña a vencer. No hay nada reprochable en el libro. Se le pidió un libro que enseñara a vencer: si se le hubiera pedido un libro sobre moral, habría escrito un libro sobre moral muy distinto a "El Príncipe."
Y el libro por cierto, debería leerse, sobre todo por los españoles:
Así:
1. Los males que sufría Italia, (a pesar del talento y genialidad italianos) eran muy parecidos a los que sufre España con las potencias extranjeras, fruto entre otras cosas de su desinterés por tener un ejército fuerte. De Italia eran los genios del Renacimiento, pero la nación estaba tremendamente oprimida. Lo mejor de los jesuítas lo dieron los italianos, los artistas eran italianos, los mejores científicos, etc.
2. La burla hacia el militarismo italiano (que dura aún hoy en nuestros días) fue fruto de que la Iglesia utilizó a Francia y España para ampliar su poder temporal. De ese modo, se comenzó a satirizar sobre el Ejército italiano y unos empleaban mercenarios y tropas extranjeras contra otros, de modo que, la clave del Poder Eclesiástico era el poder español y francés y la anarquía italiana: de ese modo el Papa apoyaba a unos, el siguiente a otros, sumiendo a Italia en la más completa inoperancia. De este modo, los mercenarios traicionaban y los extranjeros cambiaban de alianza, etc. Por eso, podemos decir que la Iglesia hizo de aparato intoxicador, etc.
3. Y finalmente, España hizo el papel de la Francia masónica: mientras los otros se peleaban, España ganaba poder.
4. E Italia hizo de la España de los últimos tiempos, porque habiendo talento, genialidad, etc. todo eso se echó a perder al encomendarse a unos y a otros, lo que implicó una renuncia a su ser: ya que el ser como unos o como otros, era en cierta forma, una manera de no ser. A España le habría gustado tener la genialidad de Italia y a Italia, el poderío y la disciplina de España.
Temas recurrentes:
1. Estratetgias militares: ¡échale!
2. La necesidad de la religión.
3. Que es más fácil que haya libertad, igualdad y república en un pueblo acostumbrado a ello. Y que es más fácil que haya tiranía, desigualdad, autoritarismo, principado, etc. en un pueblo acostumbrado a ello. Y la explicación es sencilla: deshacer usos arraigados, aunque sean malos usos, es muy complicado. Sirva como ejemplo esto: el problema es que la libertad se construye, y cuando alguien pierde las energías en destruír (como Pinochet), aunque sea en destruír el comunismo, ya al impregnarse de esa mecánica destructiva, eso ya no tiene vuelta atrás. La libertad para un pueblo no acostumbrado a ser libre, tiene el precio de la destrucción, lo que se manifiesta en inestabilidad, golpes de Estado, revoluciones, contrarrevoluciones, etc.
4. Lo malo que es no tener un ejército regular propio, lo cual no requiere mayor comentario.
Otras reseñas interesantes:
Es un hombre de todos los tiempos, su pensamiento es imperecedero y nunca pasa de moda, tiene indicaciones que resultan absolutamente válidas.
Creo que su genialidad, patriotismo y lucidez son demasiado grandes para encuadrarlo en una ldeología: su lógica es en la mayoría de los casos, inapelable.
Y además de bueno como estratega, realizó un retrato impecable de Italia y su alegato no puede ser más devastador contra el antimilitarismo.
Las ideologías pasan, pero los genios quedan. Y nada puede ser más opuesto al genio que la ideología...
Y claro que tenía principios lógicos y válidos de los que se ha apropiado la ideología liberal, sí. Pero la ideología liberal tiene otras cosas que no son tan lógicas. Luego los principios liberales que sean lógicos, deben ser acogidos no por ser liberales, sino por ser lógicos.
Y Maquiavelo tuvo otra enorme virtud: era un patriota.
En efecto, recuerdo muy poco, así que lo tendré que releer.
Luego recuerdo que decía también que había que guardarse de los aduladores, que el principado a veces se conquista y se mantiene mediante el crimen, que la crueldad en el ejercicio del poder a veces era políticamente útil y necesaria, que el poder no se mantiene sin ayuda del pueblo (y esto debería hacer reflexionar a los antifranquistas retroactivos), en fin… muchas cosas. En cuanto a la crueldad y a las cosas digamos duras, también tiene su explicación: a veces hay que hacer daño para defenderse. Y ese “hacer daño” que entre nosotros es algo tan banal como dar un puñetazo en la mesa, echar a alguien de tu casa, despedirte con un sonoro portazo, etc. eso en política, con poder por medio, con ejércitos, con fuerzas, con masas, supone muchísimo más que todo eso. Y por eso el daño es muchísimo mayor… Es que si a mí me preguntan cómo conquistar y mantener el poder a toda costa, a lo mejor daría consejos muchísimo peores… ¡Y no pasa nada, pero el pragmatismo tiene esas cosas! Otra cosa es si a mí me preguntan si yo quiero obtener el poder a toda costa, y ahí mi respuesta es sencilla: ¡NO!