Por esta vez, y aunque a Joaquín le parecerá que estoy haciendo de abogado del diablo, lo cierto es que siempre me llamó la atención en los primeros reportajes que leí sobre esta División, que historiadores y supervivientes coincidían en que terminaron llevándose mejor con los civiles rusos que con sus "aliados" alemanes.
Tras las soflamas de Serrano Suñer, llamando a "castigar" a los soviéticos bajo el lema "Rusia es culpable", los divisionarios se encontraron en el frente con un Ejército Rojo muy superior en medios y hombres, no ya respecto a ellos, sino también a los alemanes, con el "general invierno" que complicaba aún más los combates, y en medio, un atemorizado y hambriento campesinado ruso, con los que compartieron alimentos y medicinas, desoyendo las normas de la Wehrmacht, que prohibía "confraternizar" con el enemigo.
Era ya aceptado como inevitable por los oficiales alemanes que los españoles abandonarán sus puestos de centinela o de patrulla para compartir rancho en las cabañas de los campesinos rusos, a veces para cambiar los embutidos que les llegaban desde España por vodka, más "útil" para combatir el frío.
De hecho, un centinela español salvó una vez su vida gracias a una anciana campesina, que le permitío descansar en su cabaña durante una ronda nocturna. En medio del "sueñecito", el divisionario oyó a la anciana hablar con dos o tres hombres en la puerta, se volvió a dormir pensando que serían vecinos de la aldea. En realidad un comando soviético se había infiltrado en la misma e iban buscando a los centinelas para ejecutarlos. La anciana discutío con ellos alegando que el "enemigo" que tenía en su hogar era uno de los españoles que se portaban bien con ellos, no un alemán, que los trataban mucho peor. El divisionario descubrió de la que se había librado, cuando a los pocos días, al empezar a hacer patrullas los alemanes por la misma aldea, éstos sí que fueron emboscados y muertos por los rusos.