Personalmente me he encontrado un montón de faltas ortográficas, morfosintácticas y auténticas perugolladas en manuales que no son nada baratos.
Considero que la libertad de expresión, siempre que no injurie ni calumnie gravemente, sino que se limite a exponer una realidad que es plenamente demostrable, no puede ser silenciada ni mucho menos sancionada.
Quizás esos grandes profesores de psicología deberían hacer uso de eso mismo que enseñan, y tener en cuenta las críticas de los estudiantes para poder elaborar manuales que reunan un mínimo.
Y los nuestros, pues otro tanto de lo mismo.
Un saludo.