Creo que la discusión la podríamos plantear acerca de qué modelo de sociedad queremos.
La sociedad neoliberal, a la que nos lleva este gobierno (y también el anterior gobierno socialdemócrata) en la que la distancia entre ricos y pobres cada vez es mayor y donde la clase media, que al fin y al cabo, es la que mantiene con sus rendimientos, sobre todo del trabajo, al Estado a través de unos impuestos cada vez menos redistributivos, se está viendo desplazada de servicios que han costado muchos años de sacrificio, o un Estado intervencionista en el que servicios básicos como la educación, la sanidad, la asistencia social a los desfavorecidos son pilares básicos de una sociedad basada en la justicia social.
No os preocupeis, no vengo a dar un mitin. Simplemente quiero que entendais mi razonamiento. Yo creo que un servicio o bien básico como la educación no se puede plantear en términos de réditos económicos o lo que es lo mismo, no se puede argumentar, es que el coste que paga un alumno por su matrícula es el 20% de su coste real porque por ese mismo planteamiento, el coste social, por ejemplo, de la policía es enorme para el Estado y, sin embargo, todo el mundo entiende que es necesaria. ¿deberíamos de hacer desaparecer a la Policía porque supone un gran coste para el Estado?. A esta pregunta prefiero no responder por si alguien se siente ofendido.
El Estado está en la obligación de invertir capital, un capital que la sociedad le entrega a través de sus impuestos, en la formación de sus universitarios, en particular, y de toda la sociedad en general, porque el conocimiento y la cultura es el único freno que tiene la sociedad ante los desmanes y las arbitrariedades que en nombre de supuestos déficit públicos, deudas soberanas, blanqueos de capitales, castas políticas corruptas y demás nomenclatura interesada de la élite económica están degradando un ya de por sí esquelético estado del bienestar, expresión que a mí no me gusta, ya que no podemos llamar bienestar a que una persona que ha tributado toda su vida al Estado se jubile con un sueldo indigno y humillante que no va a servir sino para mantenerlo en los límites de la pobreza.
La educación no es gasto, es inversión y cuanto más porcentaje del PIB se invierta en ella más seguridad habrá para las nuevas generaciones de que su sociedad sea un poco más justa y ética.