Vamos a ver: en este caso, el Gobierno lo ha hecho bien, aunque podría haberlo hecho mejor. La cosa es que para parasitar al otro, sale siempre el gibraltareño que todo ser humano lleva dentro, pero para ser parasitado, nadie quiere ser español.
Entonces, la solución es arruinarles esa idea y boicotearlos cuanto más, mejor, por la sencilla razón de que en democracia no importa la opinión de cuatro gatos, no importa lo que se vote en las consultas soberanistas o lo que puedan decir 30.002 personas. Lo que importa es lo que diga el pueblo español. Y ésta es una oportunidad, para romper el suelo socialista y que se hundan más todavía y fortalecer España contra los enemigos externos e internos.