"Ya tuvimos suficiente con la dictadura"... (oh que bien me viene para mis intereses) . "Que dialéctica derechista tan rancia"... (oh ya conseguí el objetivo) .
¿Por qué no os dejáis de engañar a las personas?
¿Qué tienen los infames contra la Iglesia y contra el Estado? y contra todo lo que no les guste o los condicione...
Unos no pueden imponer sus creencias ; tú y cuatro listos sí .
Amantísimo hijo de la Santa Madre Iglesia, muy lejos de su cháchara vacua, perdona que te diga que tienes una mentalidad eclesial anclada en la Edad Media y que vive de espaldas al Evangelio que dice defender. Lo que hoy rozaría, es, indudablemente, el fundamentalismo más rancio ( a la vista de todos ). No me cansaré de decirlo una y otra vez: Te juro por los clavos de Cristo que no soy contrario a ninguna creencia religiosa. El tema propuesto por el amigo Isidoro defiende claramente la no injerencia de cualquier creencia en las instituciones del Estado. Porque desde el punto de vista democrático, el Estado, está completamente obligado a mantener la neutralidad para velar por la armonía social, el pluralismo, de todos los ciudadan@s, sin exclusión. Porque el Estado está obligado a cumplir tajantemente con el principio de separación de lo público y lo privado ( política y religión ). Eso es lo que impone la Laicidad, la estricta separación. No es ni dogmático, ni irracional ni fundamentalista, es el contexto en el cual una persona es libre de practicar una religión o no, criticar o no un dogma de creer o no una verdad revelada. Es la garantía esencial de nuestras libertades individuales y la igualdad de derechos. Es, incluso hoy en día, la base indispensable de la convivencia pacífica y la unidad del Estado. Con respecto a este punto te hago observar: que las sociedades democráticas modernas de hoy se caracterizan por la diversidad de concepciones morales y religiosas. No podemos ignorar el principio de laicidad. Esta, repito, es de lógica de Perogrullo.
Como el resto de mis compañer@s, yo defiendo el derecho absoluto a la libertad de conciencia, la libertad de expresión y la libertad de elección, de cada mujer y cada hombre; los mismos derechos y los mismos deberes para todos los ciudadanos, sean agnósticos, ateos ( herejes ), o creyentes, como aquel que no se identifica con ninguna de estas definiciones. Verás, Amantísimo hijo de la Santa Madre Iglesia, su sagrada libertad religiosa, tiene un significado diferente y un ámbito de aplicación diferente. Lo contrario a la neutralidad del Estado, es el confesionalismo del que Vd. hace apología, en otras palabras, el sometimiento con orejeras de burro del Estado a una comunión colectiva de ruedas de molino, que velaría exclusivamente por los sectarios intereses propios e imponer ( en nombre del Espíritu Santo ) el pensamiento único de la Santa Madre Iglesia. Por supuesto, no hay más que recordar los horrores del franquismo.
Y ya se que opina de mí que soy un infame, que somos tontos, que soy muy feo, y que no hago nada en todo el día.
Lamento no poderle saludar cortésmente.