Yo estaría a favor del derecho a decidir si ese derecho estuviera fundamentado en algo real, en algo coherente y en un mínimo de base histórica. Pero es que de eso no hay nada. No se si conocéis un poco de la realidad catalana. Yo de primera mano he palpado un poco lo que se vive en Cataluña y os puedo asegurar que el groso de la gente catalana está hasta los cojones de las soplapolleces del señor Mas. El problema viene cuando desde la Generalitat se obliga a los catalanes a posicionarse a un lado o a otro con la bandera del patriotismo como seña de identidad.
Es normal oír a los jóvenes catalanes hablar de su historia sin sonrojarse cuando hablan de la corona catalano-aragonesa, si, si, una corona que supuestamente existió entre los reinos hispanos, o decir que los catalanes descubrieron América porque es que Colón, atención compañeros, era catalán. Y se quedan tan panchos.
Cuando desde los niveles educativos más básicos se lava el cerebro a temprana edad, el objetivo ya está cumplido, un colectivo de gente que se cree sus propias barbaridades y que considera que debe defender su hecho diferencial a toda costa para evitar ser fagotizados por España como según ellos ya ha ocurrido otras veces.
Al señor Wert se le lapidó poco menos por decir que había que españolizar a los alumnos catalanes. Hombre, este tipo torpe es y mucho pero en cierta medida si que dio con una tecla básica y es que no se puede permitir que se mienta de manera tan escandalosa. Si alguno tiene oportunidad de ojear algún libro de la ESO de cualquier instituto catalán, puede comprobar la cantidad de gilipolleces por hoja que se pueden decir en relación a la historia de Cataluña.
Es una pena que pudiendo presumir de hablar dos lenguas, de tener una historia (la real) interesantísima y un tejido industrial competente, se circunscriba únicamente a los independentistas el cartelito de catalán de pro.