Cierto que puede ser posible que por deformación profesional (en este caso, todavía en fase estudiantil) recurramos de manera inconsciente a justificaciones legales, no lo dudo, pero es que sí que es una cuestión legal, de otra manera no estaríamos hablando de esto, ya que esas capillas no existirían o se hubiesen cerrado por falta de sustrato legal.
Ahora bien, en el ámbito de ¿qué nos parece que debería ser? Yo, el primero, hoy ya no tiene sentido que en una universidad pública existan espacios reservados al culto (el que sea). Más aún, yo mismo, tal y como entiendo la espiritualidad (en sentido amplio, nada que ver con dioses o demonios) es una circunstancia absolutamente íntimo y personal.
Y sí, sí que es una cuestión legal, por ello estoy convencido de que con dialogo (los que estén legitimados) se solucionaría. De hecho el antiguo rector (Carrillo) afirmó que las capillas no representaban su prioridad y que prefería unir voluntades para otros asuntos que dividirlas lanzándose a una absurda “guerra de religión”.
Pero hete aquí que el nuevo rector (Andradas), añade el punto de cordura necesario en este debate: “los responsables deben intentar garantizar el respecto máximo a las creencias, incluidos los espacios que representan esas creencias, mientras existan. Hay que respetarlos, señala antes de reconocer que la cuestión de fondo es si deberían existir o no. Esos espacios ahora existen, forman parte de una tradición, una historia, acuerdos que seguramente tampoco pueden cercenarse ni romperse de un día para otro. Defiendo un proceso gradual, que primero convierta los espacios existentes en multiconfesionales; y luego que a lo mejor ni siquiera existan."