CARTA ABIERTA AL MINISTRO DE JUSTICIA A. L. GALLARDÓN
Querido Alberto (Señor Ministro):
Te escribo esta carta y te adjunto las fotos de nuestro bebé para que la cuelgues en ese tablón de honor, junto a las otras de los niños que salvaste con tu nueva ley. Es un niño, creo. O niña, la verdad es que no lo sé, porque donde debería tener el sexo, al parecer, hay alguna clase de bulto monstruoso que los médicos no aciertan a definir como quiste o tumor.
No hace falta que me respondas con cumplidos. Ni te voy a mentir, ni te pediría que lo hagas más de lo que sueles; el niño es feo. Si esto no fuera mi puta vida y estuviera en el club de la comedia quizás te diría: es tan feo que si tira un boomerang, éste no vuelve, pero le pregunté a los médicos si sufre y ellos me dicen que sí, así que no estoy para muchas bromas. Que no tiene mucha conciencia, pero sufre... En eso es bastante español, no?
La verdad, es que no se parece mucho a la madre ¡Ni al padre!; bueno, ni a nada que hubiera visto antes fuera de una pantalla de cine en una película clase B. Vamos, que el chiquillo es más parecido a un monstruo que a un bebito de bebé de esos de toda la vida de dodot. Con sus brazos y todo lo otro, sabes?
Y luego, tenemos un problema gordo con la ropita. Es obvio que la buena de la abuela va a tener que darle caña a la máquina de coser para ajustar ciertos “detallitos” en las camisetas. Los médicos, con sus eufemismos doctos me hablan de focomelia, como si yo no tuviera ojos para darme cuenta que eso que ellos llaman focomelia yo le llamo aletas de foca. Muñoncillos. Blandos, eso sí; porque dentro no hay huesos ni músculos, según me dijeron. Yo, la verdad es que sentí la morbosa curiosidad de saber entonces que habrá dentro pero al final me contuve. En fin, al menos sólo fueron los brazos. Las piernas si que las tiene! Como ves, Alberto, las tiene aunque medio mal puestas. Les daría un 3 raspado. La pelvis es muy estrecha y los muslos muy cortos; y aunque a la altura de las tibias la cosa se arquea un poco, al menos los pies se ven bastante bien. Bueno, si te acercas con una lupa, porque son como unas copias diminutas del pie de un niño normal. Y eso, si no nos ponemos estrictos en cuanto al número de dedos en cada pie para considerarlo normal. Porque viéndole la cara te olvidas del resto. ¿A que sí? Es verdad que el labio leporino le dificulta la succión, así que no mama mucho. Ni tampoco podría, porque al parecer el esófago tiene un fondo ciego y no hay forma de que nada le llegue al estómago. Por eso, y porque no puede tragar su saliva, continuamente hay que aspirarle el exceso de la boca para que no se ahogue. Al parecer, saliva más de lo normal. Yo se que estás muy ocupado Alberto, con lo de la ley del aborto y tus cositas de dios, pero si te pudieras pasar un rato por el hospital a aspirarle la saliva a Eduardito mientras me echo una siesta te lo voy a agradecer.
Al final, le pusimos Eduardo, como a mi querido padre fallecido. Bueno, un poco por eso, y otro poco por lo del síndrome de Edwards con el que nació porque no pudimos abortar, ya sabes, con lo de tu ley. Mi mujer está muy mal, que lo sepas. Lleva meses deprimida pero no toma la medicación para.. -cagate de risa- ¡¡para no dañar al feto!! Como si no estuviera suficientemente dañado, pobrecillo. Aunque sabíamos que iba a nacer así y leímos todo sobre la enfermedad, cuando lo tienes ante ti te quieres morir. Crees que estás preparado pero no es verdad. Te acuerdas que pudiendo evitarlo a tiempo para todos; ahora ya no hay tiempo para nadie y te sientes morir. De pena, de miedo, de amor, de asco, de ganas de cagarme en tu sofá. La verdad, Alber, Te llevaría caca del niño, pero al parecer tiene unos enormes quistes intestinales que impiden cualquier clase de movimiento visceral. Pero no te preocupes por el chiquillo. Los médicos me aseguraron que así y todo es casi imposible que muera de hambre. Sus malformaciones cardíacas, principalmente, y la ínfima capacidad pulmonar se encargarán del tema. Es digamos, una loca apuesta a rojo y negro a ver quien se lo lleva primero. O se ahoga en sus minipulmones, o se le para el enorme corazón… ¿apuestas?
Pero bueno, es la vida, no? Es lo que tu dios nos tiene preparado a cada uno, y no lo podemos eludir. Es, digamos, nuestra cruz. La cagada, ministro, es que yo no soy cristiano, ni creo en tu dios ni en ninguno, ni en el ratón Pérez, ni en la princesita azul; y vivo en un estado aconfesional como bien detalla la constitución que por suerte tus manos no llegaron a mancillar. Conozco nuestros derechos, fueron conseguidos por y para gente mucho mejor que vos, papafrita besanillos, y aunque nos los quites los recuperaremos, y la historia se acordará de tu infame, mezquina y servil ley; mejor que mi aborto vivo de tu buen dios.
No te deseo suerte; pero si mucha salud para verlo.
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Nota final: Hace tres años tuvimos que enfrentarnos a la triste decisión de interrumpir un embarazo para evitar un feto con la trisomía 18 llamada también síndrome de Edwards. Los pocos fetos que llegan a término suelen vivir de unos pocos días a un año. Si esta ley se aprobara, nosotros no podríamos arriesgarnos a tener otro hijo y de hacerlo, la cruenta descripción que le hice al bueno de Alberto, podría hacerse realidad. Aunque tenga dos hijos perfectamente sanos, me resulta terrible que haya parejas que deban enfrentarse a este problema (1 de cada 500 embarazos en mujeres mayores de 43 años; es decir, la edad casi normal de parto en España para un 2º hijo). El peso psicológico que esas parejas deberán soportar debería poder ser imputado legalmente al causante de esta clara afrenta a los derechos de la mujer en particular y de todos en general. Gracias por llegar hasta aquí, yo ya estoy cansado y me voy a dormir.