El 28 de marzo de 2000 un grupo de siete personas entró en Sierra Leona por un puesto fronterizo terrestre. Cuatro de ellos tenían nacionalidad francesa, dos eran alemanes y un tercero italiano. Su intención declarada ante las autoridades locales era realizar un viaje turístico por todo el país durante cinco semanas, acompañados de un guía local que habían contratado a través de una agencia de viajes italiana. Al cruzar la frontera fueron advertidos por las autoridades de la situación de guerra civil existente en el país y de la imposibilidad de garantizar su seguridad en todo el territorio nacional. El Jefe del puesto fronterizo les entregó una relación de las rutas transitables y de los lugares total o parcialmente controladas por el Frente Revolucionario Unido (FRU, grupo opositor levantado en armas contra el Gobierno), así como de los centros sobre los que las tropas gubernamentales no ejercían ningún control. En la lista de lugares que no estaban bajo control gubernamental se encontraba el distrito de Kono, fronterizo con Liberia y controlado por el FRU.
Tras llegar a Freetown, el grupo de turistas se encontró con su guía que les explicó el viaje que había planificado, que contemplaba varias visitas a todas las provincias y distritos del país, incluido Kono. Sin embargo, debido a la advertencia de las autoridades de Sierra Leona, decidieron excluir la visita a Kono y, por tanto dejar libres cinco días del viaje en la tercera semana para que los turistas pudieran descansar en Freetown.
En el primero de los días libres, dos de los turistas, uno de nacionalidad alemana y otro de nacionalidad francesa, decidieron viajar por su cuenta a Koidu, capital de Kono, donde el primero afirmaba tener amigos que les acogerían durante su estancia. Ante la intranquilidad de sus compañeros de viaje acordaron estar en Koidu tan sólo tres días y mantener un contacto permanente con los turistas que se quedaban en Freetown. Transcurridos dos días sin tener noticias, el turista de nacionalidad italiana comenzó a hacer indagaciones con una empresa italiana asentada en Kono. Los dueños de la empresa le comunicaron que el día anterior se había publicado una noticia en la prensa local de Koidu sobre el descubrimiento de los cuerpos de dos varones europeos sin identificar, con claros signos de haber sido torturados antes de su muerte. En la misma noticia se informaba de fuertes combates entre miembros del FRU y tropas del Ejército de Liberia que habían entrado en Kono. También se informaba de que, al parecer, los dos europeos habían mantenido contactos con el líder del FRU en Koidu dos días antes.
Inmediatamente el ciudadano británico acudió al consulado de Italia en Freetown e informó de lo sucedido, quienes le aconsejaron poner los hechos en conocimiento de los cónsules de Francia y Alemania, lo que hizo. Al mismo tiempo todos los turistas presentes en Freetown presentaron una denuncia ante la policía de Sierra Leona por la desaparición de sus compañeros, relacionándola con las noticias que habían recibido. La policía de Freetown se negó a registrar la denuncia y a comenzar una investigación alegando que no se conocía la identidad de los fallecidos y que, además, los hechos se habían producido en una zona de riesgo. A todo lo anterior añadieron que posiblemente habrían sido víctimas de alguna de las emboscadas realizadas por el Ejercito de Liberia contra el FRU en la fecha en que aparecieron los cuerpos. Ante esta negativa, presentaron una denuncia ante los tribunales de lo penal de Freetown y otra ante los tribunales de lo penal de Koidu. Aunque las denuncias fueron registradas, las autoridades judiciales competentes no habían llevado a cabo ninguna investigación hasta el momento en que los cinco turistas supervivientes regresaron a sus respectivos países dos semanas después. Cinco meses después de la presentación de las denuncias antes los tribunales de Freetown y de Koidu, ambas denuncias fueron archivadas por falta de pruebas, sin que conste que se ha realizado ninguna actividad de investigación por parte de las autoridades competentes.
Al regresar a sus respectivos países, los supervivientes informaron de forma detallada a los familiares de los desaparecidos sobre los hechos y sobre las acciones que emprendieron ante las autoridades policiales y judiciales de Sierra Leona. También informaron a las autoridades responsables de la protección de sus nacionales en el extranjero en cada uno de los tres países. Al conocer la decisión de los tribunales de Sierra Leona de archivar las demandas presentadas por la muerte de los dos turistas, la familia del nacional alemán muerto solicitó formalmente a las autoridades de su país que ejercieran la protección diplomática a favor de los dos turistas desaparecidos.