Creo que Munilla intentó arengar a sus fieles a que ayudaran a los haitianos, ni que decir tiene que los fieles le han entendido y se están volcando. Obviamente la frase tiene un destinatario natural: la parroquia donostiarra. No creo que metiera la pata, ni que sus palabras fueran desafortunadas.
Y sí, es a su gente a la que se dirige. Su gente que es también nuestra gente, porque se mezcla con nosotros y vive entre nosotros. Ahora bien: nosotros no somos su gente. Su gente es la que entra en su sociedad, de la que puede entrarse y salirse libremente y sin coacciones.
Da exactamente igual que su frase no valga para los haitianos, para quien tiene que valer es para sus destinatarios: que éstos le entiendan, es lo que importa a fin de cuentas: como administrador de una comunidad, su oficio es que su comunidad le entienda.
Hay gente que ve fantasmas por todos los lados: la escuela franquista ya murió y uno de estos iconos, era el canalla Setién, que luego se pasó al lado batasuno y ese sí, despreció sistemáticamente a las víctimas del terrorismo, negándose a dar sus servicios a la hora de enterrarlas. Las sacaban por la puerta de atrás de las Iglesias y Munilla quiere romper con todo esto, dar aire fresco a su diócesis, etc.
A mí me parece perfectamente lógico que se le critique por aquello que se considere erróneo, pero lo de cargar las culpas a la actual generación de curas, de los excesos del franquismo es como echar la culpa del GAL de Felipe, a Zapatero, o como echar las culpas de los crímenes de Negrín a Rubalcaba. En cada momento, las personas tienen su propia responsabilidad: por lo que hacen y por lo que no hacen y no hay más. Es lógico que Munilla sea más criticado que otros eclesiásticos, puesto que se espera más de él y por eso hay mayor exigencia para él.
Es muy cómodo echar las culpas de la podredumbre actual a la Iglesia que ya no manda: ¡No señor! Los atropellos del presente se debe a lo que hacen ahora los de arriba y a lo que no se hace desde abajo para removerlo.