Sí, de todo menos reconocer los hechos probados, que Jesús era nacionalista y progresista de izquierdas......un ser de carne y hueso producto de un placentero coito (supongo) y de una fecundación.
Un hombre, un político como una casa, con un poder de convicción y oratoria espectacular; eso sí, de justos y necesarios ideales.
Un saludo.
Pruebas de autenticidad
¿Qué nos garantiza que los milagros de Jesús fueron verdaderamente reales? Analicemos algunas de las pruebas de autenticidad que poseen.
Al realizar obras poderosas, Jesús nunca llamó la atención sobre sí mismo. Se aseguró de que Dios recibiera los méritos y las alabanzas por cada milagro. Antes de sanar a un hombre ciego, por ejemplo, hizo hincapié en que la curación se efectuaría “para que las obras de Dios se pusieran de manifiesto en su caso” (Juan 9:1-3; 11:1-4).
A diferencia de los ilusionistas, magos y curanderos, Jesús nunca empleó hipnotismo, trucos, exhibiciones espectaculares, conjuros ni rituales emotivos. Tampoco recurrió a supersticiones ni a reliquias. Note la modestia con la que sanó a dos ciegos: “Enternecido —cuenta el relato—, Jesús les tocó los ojos, y ellos inmediatamente recibieron la vista, y le siguieron” (Mateo 20:29-34). No hubo ningún ritual, ninguna ceremonia, ningún despliegue ostentoso. Llevó a cabo estas obras milagrosas a la vista de todos, a menudo con numerosos testigos presentes. No empleó juegos de luces, montajes, ni accesorios. En cambio, los supuestos milagros de la actualidad a menudo no se pueden documentar (Marcos 5:24-29; Lucas 7:11-15).
En algunas ocasiones, Jesús reconoció la fe de quienes se beneficiaron de sus milagros. Sin embargo, la falta de fe de la persona no le impedía realizar el milagro. Mientras estuvo en la ciudad galilea de Capernaum, “la gente le trajo muchos endemoniados; y con una palabra él expulsó a los espíritus, y curó a todos los que se sentían mal” (Mateo 8:16).
El objetivo de sus milagros era cubrir auténticas necesidades físicas de la gente, no satisfacer su curiosidad (Marcos 10:46-52; Lucas 23:

. Además, Jesús nunca efectuó milagros para beneficiarse de algún modo (Mateo 4:2-4; 10:

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¿Qué se puede decir de los relatos de los Evangelios?
Los detalles sobre los milagros atribuidos a Jesús nos han llegado a través de las páginas de los cuatro Evangelios. ¿Tenemos base para confiar en estos relatos? Sí que la tenemos.
Como ya se mencionó, los milagros de Jesús se llevaron a cabo ante muchas personas, la mayoría de las cuales todavía vivía en la época en que se escribieron los primeros Evangelios. Sobre la honestidad de los escritores, el libro The Miracles and the Resurrection (Los milagros y la resurrección) señala: “Acusar a los autores de los Evangelios de ahogar indiscriminadamente los hechos históricos en un mar de supuestos milagros para difundir propaganda teológica sería una flagrante injusticia. [...] Ellos trataron de realizar una tarea documental honrada”.
Los opositores judíos del cristianismo nunca pusieron en entredicho las obras poderosas que se mencionan en los Evangelios. Lo único que cuestionaron fue el poder mediante el cual se realizaron (Marcos 3:22-26). Tampoco pudo ningún detractor posterior negar los milagros de Jesús. Todo lo contrario: durante los dos primeros siglos de nuestra era se hicieron diversas alusiones a las obras milagrosas realizadas por Jesús. Obviamente, tenemos base sólida para considerar auténticas las narraciones de los Evangelios sobre estos milagros.
El hombre detrás de los milagros
El análisis de los milagros de Jesús quedaría incompleto si tan solo se limitara a examinar los argumentos lógicos que prueban su autenticidad. En su descripción de las obras poderosas de Jesús, los Evangelios ponen al descubierto a un hombre de profundos sentimientos e inigualable compasión, muy interesado en el bienestar de sus contemporáneos.
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Un abrazo