A ver:
Yo estoy en contra de que el Poder político sea total y decida sobre todas las materias.
Cuando entro en una cafetería, no miro la etiqueta política del camarero, sino si es cómoda o confortable, el servicio, si el café es bueno o no, etc. Ni pregunto al camarero de qué partido es, ni nada de esto.
Lo mismo cuando estoy enfermo y voy al médico: ni me entero ni quiero enterarme de la ideología del médico. Si el médico tiene buenos conocimientos y es buen profesional, con esto es más que suficiente.
A nadie se le ocurre decir: “¡Ah! ¿El camarero te ha servido un cortado y pedías un café sólo? ¡Vota a otro partido!” Ni tampoco: “¡Ah! ¿El médico te ha recetado una medicina que no tiene nada que ver con lo que te pasa? ¡Haberlo pensado a la hora de votar!”
Es decir, que en estos casos, la ideología está de más y en consecuencia, sustituir un criterio profesional por otro político, no procede. Sea el médico de un partido minoritario, sea del PP o PSOE, lo que importa es que sea buen profesional.
En la Justicia, cuando se juzga a un ciudadano anónimo, no es tampoco cosa de que sea condenado si gana el PSOE las elecciones y absuelto, si gana el PP las elecciones. Es una cuestión de prueba. Así debería ser. Y debería ser así, independientemente del acusado que está en el banquillo, o del partido en el poder. A España le puede convenir políticamente que esté uno u otro partido en el poder, le puede convenir por cuestiones económicas, porque le interese una determinada política exterior, una determinada política territorial, más o menos impuestos, etc.
Ya de entrada, según quien sea el partido en el poder, en según qué tipo de casos, el Fiscal acusará o no. Y eso es inaceptable. El principio de seguridad jurídica no debe restringirse por cuestiones políticas, lo que se vota en unas elecciones es gestión, no inocencia o culpabilidad del acusado. (Como sucede cuando el partido del acusado, nombra a los jueces que deben llevar el caso del acusado).
Por tanto, no es ninguna merma de la democracia, dar al César lo que es del César y al juez lo que es del juez.
El argumento “democrático” es una falacia, que utilizan los próceres, para encubrir el verdadero motivo de este modelo: su prerrogativa de nombrar a los jueces que le convienen, lo que es tanto como decir: el derecho a delinquir de los próceres. Es falso, porque supone defender la politicidad de algo en principio ajeno a la política, como es la valoración de la prueba.
Como eso suena muy grueso, pues inventan excusas para defender ese modelo, como los criminales intentan crearse coartadas para ser impunes.
Pero proponer que el juez que lleve el caso Bono, no haya sido designado por el partido de Bono, (de igual modo que defiendo que el juez que trate del caso de un etarra no sea designado por la banda terrorista) es sin duda proponer una revolución y una Constitución realmente nueva: eso es lo que defiendo.