He estado dos días fuera, por lo que no he podido contestar a cosas muy inteligentes de algunos y a los ladridos de los de siempre.
Pulpo. No quiero ponerme a buscar en posts anteriores, pero quizás recuerdes uno en el que yo te pregunté si a tí te parecería mal que representantes del gobierno contactaran con ETA para ofrecerle "el finiquito", además estoy seguro de que utilicé esta expresión. Algo así como, mira esto se ha acabado, lo único que os queda es deponer las armas y dedicaros únicamente a las vías políticas. ¿eso se llama negociar? Yo no lo creo. Por otra parte una cosa es tener contactos (algunos los explicité yo aquí) y otra cosa es estar negociando con una banda terrorista. Deberíamos ser más cuidadosos con el lenguaje.
Aquí se plantean un par de escenarios posibles según lo que haya pasado hasta ahora y varios más según lo que vaya a pasar. Me voy a intentar explicar.
Hay algo que me consta. O que nos consta a todos. Y es la extrema debilidad de la banda terrorista en estos momentos. Ante esto, la banda se dirige al gobierno para intentar darle una salida a su situación. Aquí hay dos opciones por parte de ETA. La primera que realmente hayan interiorizado su derrota militar y que quieran volver a la vida política. Esa sería una buena situación para nosotros. La segunda que sea una treta y lo único que intenten sea volver a las elecciones municipales.
Si es la primera, ante eso solo puedo alegrarme y decir que el gobierno ha acertado y que por supuesto la izquierda abertzale debe volver a las instituciones, salvo que reformemos la ley de partidos y transformemos nuestra democracia como sistema en una democracia militante (sobre la ley de partidos se puede ver el caso aleman y el francés).
Si es la segunda, simplemente creo que sería un error. No se debe permitir a ETA el volver a las instituciones si antes no declaran su disolución.
Por otra parte está el tema de las dos mesas. Eso creo que es otro error. Pero por un motivo puramente conceptual. La mesa política estaría formada por miembros del legislativo. El único motivo que podrían tener es la llamada "normalización" de la vida política vasca, que pasaría por supuesto por una reforma del estatuto de Gernika. Incluso si me apuran, el PNV pedirá una reforma de la constitución o una reedición del plan ibarretxe. Esos asuntos no se pueden tratar en una mesa de partidos. Para cualquier reforma el cauce adecuado son los diferentes parlamentos, que cada uno de ellos tiene su función, es por eso que me parece inaceptable lo de las dos mesas (ya, ya sé que a patxi lopez le parece bien, que se le va a hacer, yo soy de Redondo....).
Pero vamos a ir un poquito más allá ahora que alguien ha sacado el modelo irlandés.
El caso de Irlanda es todo un ejemplo de como NO se deben hacer las cosas. Voy a ver si lo centro bien y no me extiendo mucho.
Por un lado, la famosa posibilidad de un referendum para la secesión (la autodeterminación es otra cosa, no caigamos en su lenguaje), no deja de ser un brindis al sol. Por los condados que estarían incluidos en el censo de votantes, tendría que darse un cataclismo para que saliera que sí. Es algo así como si se le concede un referendum a ETA pero el censo sería el del Pais Vasco, Navarra, la rioja, el país vasco francés y la mitad de Cantabria. Evidentemente nunca podrían ser independientes. Pero es que también aquí hay un error conceptual, ya que es una concesión política ante un supuesto abandono de las armas.
Pero sin ir tan allí. Es decir, vamos a centrarnos no en las cocesiones políticas sino en el simple tratamiento penitenciario.
En el caso de Irlanda, con las excarcelaciones masivas, con el hecho de que se dejó de perseguir a la trama civil del IRA y con esa especie de ley de punto final que supuso el acuerdo, se ha dado una situación insostenible en Irlanda. Prácticamente todos los taxis de Belfast pertenecen al IRA, siguen siendo una auténtica mafia, etc. Para explicar este punto mejor, no voy a hacer como nuestro hugnormal. No quiero fusilar ideas, simplemente voy a copiar unos párrafos de un grandísimo conocedor del fenómeno irlandés como es Rogelio Alonso.
Podeis encontrar el artículo entero en la web del real instituto elcano.
Como ya se ha señalado, si bien el cese de la violencia del IRA se produjo en la ausencia de concesiones significativas hacia el movimiento terrorista y su entorno, inauguró un proceso en el que sus representantes políticos se beneficiaron de gestos por parte de los gobiernos británico e irlandés que generarían negativas consecuencias para la pacificación y la normalización política. No solo continúa la limitada autonomía norirlandesa suspendida desde el otoño de 2002, sino que además diversos grupos terroristas, entre ellos el IRA, permanecen activos. Aunque el IRA ha abandonado su campaña de atentados terroristas, no ha renunciado en cambio al reclutamiento y abastecimiento de armas así como a otras actividades criminales que le garantizan financiación y poder. Reveladores resultan en este sentido los pronunciamientos de los primeros ministros irlandés y británico en 2005 y 2004, respectivamente. En enero de este año, Bertie Ahern reconocía en el parlamento irlandés que en su intento por introducir al Sinn Fein en el centro del sistema de partidos había ignorado las actividades delictivas en las que el IRA venía viéndose involucrado. Unos meses antes, Tony Blair afirmaba que no debía tolerarse una situación en la que representantes de la voluntad popular se veían obligados a compartir el gobierno de Irlanda del Norte con un partido como el Sinn Fein asociado a un grupo terrorista todavía activo, esto es, el IRA. Estas concesiones fueron criticadas por los representantes de la comunidad unionista durante años, siendo dichas reclamaciones ignoradas una y otra vez por los gobiernos británico e irlandés al entender que el fortalecimiento político del Sinn Fein aseguraba la continuidad del alto el fuego del IRA.
De ese modo la política de ambos gobiernos prescindió de principios básicos de un sistema democrático, aceptando el chantaje del Sinn Fein que tan eficazmente ha planteado a lo largo de los últimos años Gerry Adams, su presidente y uno de los máximos dirigentes del grupo terrorista IRA. Así lo hacía en la última campaña electoral en mayo de 2005 al pedir el voto para su partido asegurando que así se lograría la desaparición del IRA al tiempo que alertaba de que el vacío político actual se llenaría con violencia si su formación no salía fortalecida de las elecciones. La misma intención perseguía su apelación al IRA un mes antes para que considerase abandonar la lucha armada. Ante el fracaso de treinta años de violencia, el IRA se ha erigido en la mejor baza utilizada por Adams para rehabilitar su imagen de presidente de un partido como el Sinn Fein, que hasta la declaración de alto el fuego obtenía una insignificante representación electoral en el norte y el sur de Irlanda. Al presentarse como la figura a la que se debía ensalzar y fortalecer con concesiones bajo pretexto de que sólo así sería capaz de convencer al IRA de la necesidad de dejar la violencia, Adams ha perpetuado deliberadamente la existencia del grupo terrorista mientras reforzaba su perfil político. De ese modo se ha coaccionado a la sociedad al prometerse la desaparición del IRA al tiempo que continuaba infringiendo la ley mediante la extorsión, el contrabando y otros métodos criminales auténticamente mafiosos, incluidos el asesinato. La implícita amenaza que supone esta actitud ha colocado una gran presión sobre la sociedad y las víctimas del terrorismo del IRA transformando el llamado proceso de paz en un injusto instrumento de coacción.
Los contraproducentes efectos de esta política los han sufrido directamente los partidos que hasta muy recientemente representaron a la mayoría del electorado nacionalista y unionista, esto es, el Social Democratic and Labour Party (SDLP) y el Ulster Unionist Party (UUP), al verse claramente superados en las últimas elecciones al parlamento británico por el Sinn Fein y el Democratic Unionist Party (DUP), liderado por el reverendo protestante Ian Paisley. El que durante décadas fue el principal partido nacionalista de Irlanda del Norte, el SDLP, ha incurrido en contradicciones que el electorado no ha pasado por alto. Por un lado, el SDLP insiste en que no se puede tolerar que el Sinn Fein, beneficiándose de la amenaza que representa la presencia del IRA, ejerza un veto sobre los avances políticos al continuar dicho grupo involucrado en diversas actividades criminales mientras sigue, además, inextricablemente unido a un partido político. Sin embargo, cuando ante semejante realidad los unionistas han reclamado la colaboración del SDLP para formar una coalición que excluyera al Sinn Fein del gobierno de la región, los nacionalistas se han negado. Con ese incoherente comportamiento lanzaban al electorado un mensaje suicida: el Sinn Fein puede condicionar la normalización política a pesar de incumplir las reglas del juego democrático.