Reflexiones sobre la marcha de la musa Carolina:
De pronto, me imaginé que veía una película, donde una mujer (llamémosla Carolina) dejaba grabado en una cinta de casette, estas reflexiones:
“Los criminales deben ser castigados con la máxima severidad, sea quien sea, su pena condigna es la pena de muerte o la cadena perpetua. Mis preferencias van por la segunda opción, el fundamento: es una cuestión de fe.
No es una cuestión tanto de fe pura, como de fe profana: de fe de los que no tienen fe, de sugestión. En resumen, de fe racional. Una fe que a menudo se ve atormentada por los “laberintos mentales” de la razón, de los cuales, es muy difícil salir. Obviamente, los que tengan una fe pura, no necesitan de la fe racional, ya que su optimismo va con frecuencia más allá de la razón, pues tienen un plus de esperanza. Tienen esperanza, incluso en momentos en que no hay razón para tenerla. Ese es el principio de la religión pura, a la que no llamaré de ninguna manera. Sobreponerse a las turbaciones que la razón somete al ser humano: no es nada sobrenatural, nada incomprensible. Levantarse cuando uno cae, rehacerse cuando uno está a punto de ser destruido: enderezarse cuando uno va torcido, ese es el fundamento de la fe pura. Pero para ello, hay que tener más esperanza que la que la lógica de la razón invita a tener.
Pero la sociedad, las sociedades nunca han sido así y siempre han querido ver en la esperanza racional, en las cosas tangibles, su salvación. Ver condenado a un acusado a una pena ejemplar, podrá producir una sensación de que se ha hecho Justicia, podrá producir fe en el sistema: la fe profana que necesitan los profanos.
Pero la manifestación más dramática de una falta de fe, o de una fe postiza y fácilmente socavada, es precisamente el crimen. En el racionalismo a menudo sucede, que se enseñan cosas, conceptos, sutilezas, etc. lo mismo en los escritos apologéticos de tal o cual religión, pero hay algo que no se enseña: que es que hay que tener esperanza incluso cuando menos motivo hay para tenerla. No quiero exculpar en modo alguno a este señor: que cumpla su pena de por vida y que una vez pagado su castigo y extinguido el último soplo de su miserable vida, arda en el infierno. Pero tal vez se empachó excesivamente de racionalismo. Y no es que sea mala cosa, aprender las sutilezas del racionalismo y sacar de ello cuanto pueda sacarse de provecho, pero quizá debió ejercitarse más en algo: en no dejarse llevar por las turbulencias de la razón, en no ceder al impulso destructivo que supone la desesperanza, ya sea ésta racional y lógica o irracional, cosa por lo demás indiferente, porque produce los mismos efectos. Debió haber practicado más lo de levantarse después de caerse, reconstruirse, después de destruirse, etc. El racionalismo tal vez enseñe a diseñar un modelo pasable de convivencia, unas instituciones sólidas, pero apenas ofrece esperanza, apenas enseña qué hacer en momentos de extraordinarias turbulencias producidas también por la misma razón: si se quiere por el lado menos brillante de la razón, pero por la razón a fin de cuentas.”
Y ahora después de las reflexiones de mi musa, vuelvo con Joaquín y su empanada política.
Con Joaquín y con no nuestro hombre, como al final parece ser. Creo que, sencillamente me equivoqué en los anteriores mensajes y me dejé llevar por una especie de psicosis de nuesto 11-M.
Nuestro hombre, el que parece ser nuestro hombre, era un ser racionalista e incluso por sus ideas, lo podríamos encuadrar en el liberalismo: sus lecturas iban orientadas por ese camino. Era pro judío y también, anti nazi y si era o no católico, masón, etc. es una cosa un pelín más difusa: era antimusulmán, pero en todo caso si se consideraba o no católico, es irrelevante: no tenía una fe pura, sino una fe, más bien, extremadamente profana. Consulta más arriba el argumento que he transcrito de mi “musa” Carolina.
No es que sea malo leer a Kant o a Stuart Mill y otros pensadores liberales que él leía, no veo que sea malo el defender a Israel contra las acometidas de los musulmanes, el ser anti-nazi y anti-inquisitorial, pero con todo era un ser atrapado en las tinieblas producidas por el hecho de no poder escapar de los laberintos a los que la razón (el lado menos brillante) le sometía. No aspiraba como un creyente puro a sacar de las tinieblas a aquellos que a su juicio lo estaban y precisamente por esa razón, él se encontró en las mismas tinieblas que él veía en los otros, pero no veía en sí mismo. Tampoco logró armarse de ese plus de esperanza, que según mi musa es bien mirado, la base de una fe pura. Luego si era creyente, lo sería de una fe postiza y socavada, llamémosla como queramos, que eso ya es lo de menos. Pero sí que distingo entre los nazis y el racionalismo perturbado, (en el sentido en que venía a decir Spinoza) que era lo que padecía este sujeto. Y lo distingo, porque mientras aquella turbación es muy burda, la de este hombre, es mucho más sutil. Es absurdo mezclar las cosas, pues si bien los efectos de las perturbaciones pueden ser parecidos, más fuertes o menos según circunstancias aleatorias, los mecanismos son distintos. En el primer caso, se trata de gente que al carecer por completo de sutileza racional, no puede siquiera aspirar a tener ese plus de esperanza más allá de la razón, que es lo que sostiene una fe pura. En el segundo caso, se trata de un ser complejo: con capacidad y sutileza racional, pero que se deja atrapar en los laberintos en los que lo mete el lado menos brillante de la razón, por no tener ese plus de esperanza incluso cuando no hay razón para tenerla.
Un plus de esperanza, cuya falta ha producido esta trágica autodestrucción moral del sujeto, lo que a su vez ha producido otra tragedia descomunal e infinitamente mayor.
Y por cierto: no hay que confundir la esperanza suprarracional con el optimismo irracional, o directamente, con vivir engañado. ¡Cuidado!
Finalmente, sólo me queda pedir disculpas por lo largo del mensaje, de lo cual ni siquiera puedo culpar a la musa Carolina. Y sobre el uso de emoticonos de Gem-mas al cual hacía referencia, me permito sugerir que debe prescindirse de ellos, por la poca sutileza que tienen, pero el moderador sigue sin hacerme caso, con lo de añadir otros emoticonos más sutiles, que esos sí que emplearía gustosamente.