HECHOS PROBADOS
La mañana del 21 de agosto de 2014, a las 10.34 h., Mauricio, de 39 años, con antecedentes penales por un delito de estafa y su hija Tamara, de 17 años, a quien ha recogido de la residencia de menores en un permiso de visita, paseaban por Calle Calderón de la Barca, de la ciudad de Ceuta. A esa misma hora Andrés, de 18 años de edad, sin antecedentes penales, circulaba con su motocicleta, para la que posee la correspondiente licencia y demás documentación en regla, por las inmediaciones del instituto en el que estudia, cuando, al frenar ante la proximidad de un paso de cebra, ve que Mauricio y Tamara, que se habían puesto de acuerdo con carácter previo a tal efecto ya que habían visto a Andrés aproximándose al lugar donde ellos se encontraban, se abalanzaron sobre él para robarle la moto. Andrés reaccionó ante los asaltantes acelerando el vehículo y al tratar de huir, y a pesar de haber intentado esquivarle, golpeó sin querer con alguna parte de la motocicleta a Mauricio, causándole una herida superficial en la mano derecha, pero que sangró profusamente en ese instante y resultando indemne Tamara. Pese a que la herida de Mauricio hubiera sanado en una semana de haber recibido el tratamiento médico oportuno, consistente en la desinfección de la zona y unos puntos de sutura, Mauricio considera que si la lesión parece mayor conseguirán más dinero por la indemnización que pretende, y, de esta manera, convence a Tamara para que acuda a la policía a denunciar a Andrés poniendo de manifiesto que éste les atropelló sin más, al saltarse por ir despistado el paso de peatones por el que ellos cruzaban tranquilamente. Por otro lado, Mauricio no se trata la herida durante los días siguientes a los hechos. Dadas las malas condiciones de higiene en las que vive Mauricio, que carece de un hogar y suele dormir en la calle con sus cinco perros, su salud empeora a causa de una infección bacteriana que penetra a través de la herida y genera una leptospirosis ictérica que obliga a hospitalizarle y someterle a diálisis renal durante seis meses y a la extirpación del bazo. Por otra parte, y pese a que en su primera declaración ante la policía había manifestado la falsa versión que le había indicado su padre, al día siguiente, Tamara, asesorada por el educador responsable de la residencia de menores en la que vive desde que le fuera retirada la custodia a su padre por los servicios de protección del menor, acude a la comisaría y se desdice de la falsa acusación contando toda la verdad de lo sucedido. Todo esto sucede antes de que el padre de Tamara acudiera a la policía para denunciar también los hechos conforme a la versión que le había dado a su hija.