Eta ha pasado a lo largo de su historia por diferentes fases; primero fue la destrucción del Estado, luego fue la construcción nacional y ahora simplemente su propia pervivencia (el “aurrera boile”, que siga la bola que decía en una carta desde la prisión el etarra Mújica Garmendia). Pero el resultado siempre ha sido el mismo. Conseguir por medios violentos lo que democráticamente no podría conseguir.
Para esto han utilizado varias tácticas, aunque predominando la “propaganda por la acción”, es decir, el terrorismo. Han buscado el dividir a la población vasca entre buenos y malos vascos y han intentado dividir también a la población del resto de España para que el gobierno español tuviera que ceder a sus postulados.
A ETA no se le puede pedir un análisis político profundo a largo plazo. Son incapaces de ello primero por falta de formación política y segundo porque no es su prioridad en este momento. Lo que sí dominan a la perfección es el corto plazo, el regate en corto, el desestabilizar a las instituciones en el día a día. Lo han demostrado multitud de veces y lo siguen demostrando cada vez que los demócratas con nuestra división les damos oportunidad de que lo hagan.
Por ello es muy importante abandonar la costumbre de analizar políticamente cada cosa que hace el universo abertzale. El intentar buscarle un significado político a cada atentado, o a cada ausencia de atentado. Cuando ETA mata, lo hace para desestabilizar al estado, y cuando no mata, no lo hace porque puede desestabilizar al estado sin matar, o porque la simple amenaza de la violencia causa el mismo efecto que la violencia en sí, o porque cree que en esos momentos sería contraproducente el matar.
En estos momentos, se están realizando análisis políticos de precios políticos a ETA o de negociaciones con la banda o de si van a salir los presos a la calle o no. Pero es que no nos damos cuenta de que ETA sigue ahí, que no ha movido ni un ápice sus aspiraciones y sus postulados y que en este momento no hay ningún motivo objetivo que nos lleve a pensar que ETA está dispuesta a abandonar las armas; que ha asumido su derrota.
El día que ETA decida abandonar las armas, nos enteraremos todos porque saldrá publicado en la primera página del Gara. Todo lo demás, el comentar sus atentados, el comentar sus comunicados o el intentar adivinar estrategias, no hace más que fortalecerlos. Lo único que consigue es que dentro de su propio entorno aumente la sensación de fortaleza de sus militantes y simpatizantes. Y esto es lo peor que nos puede pasar, ya que el abandono de las armas por parte de ETA solo puede venir del íntimo convencimiento por parte de ellos de que han sido derrotados por el estado. De que la estrategia terrorista no es viable en un escenario como en el que nos encontramos.
No podremos convencerlos de que el terrorismo, la violencia, el chantaje es moralmente reprobable. Para ellos, enfrentan una violencia armada contra la violencia armada del estado. No es posible convencerlos de lo contrario. Por eso debemos convencerlos de que la lucha armada, no solo es inútil, sino que además es contraria a sus intereses. Que mientras exista lucha armada no se les va a abrir la puerta de la lucha política. Y eso les alejará del único camino por el que pueden conseguir alguno de sus postulados, es decir, el camino democrático.
¿Y como convencerlos de que mediante la violencia no van a conseguir nada? Para ello es imprescindible la unidad de todos los demócratas contra el terror. Deben saber que gobierne quien gobierne, jamás nadie va a ceder al chantaje terrorista. Ante cada atentado, ante cada acción, ante cada comunicado por parte de ETA, solo pueden encontrar la respuesta de la repulsa unánime por parte de todos los demócratas.
Es imprescindible, por parte de los dos grandes partidos nacionales, que se vuelvan a establecer los consensos básicos en materia anti-terrorista. Que se hurte la lucha contra el terrorismo del debate político. No es positivo en esta lucha el que se realice una declaración como la del congreso en la que se les anima a un proceso de diálogo con el estado, pero más negativo es todavía el que desde la oposición se esté acusando al gobierno de estar negociando en la sombra con ETA. Y esto por dos razones. La primera, porque la obligación de la oposición en la lucha contra el terrorismo es apoyar al gobierno, haga lo que haga, aunque se equivoque.
El PP intenta dar la imagen de que ellos sí, luchan contra ETA y ellos sí están en contra de ETA y que el PSOE… bueno, también pero menos. Solo puede haber unidad de los demócratas contra el terrorismo si la oposición muestra su apoyo hacia quien tiene la responsabilidad de tomar las decisiones en política anti terrorista, sea el partido que sea. Las negociaciones del PP en Suiza fueron un error, pero no fueron utilizadas políticamente para atacar al gobierno y en público ningún representante del Partido Socialita se lo recriminó al Partido Popular.
La segunda, porque al estar continuamente acusando al gobierno de claudicar ante los terroristas, precisamente el mensaje que se le envía a la banda es que el gobierno va a claudicar ante ellos, lo que viene a ser lo peor que nos puede pasar. El que ellos se convenzan de que no solo no tienen esta “guerra” perdida, sino que además la están ganando. Cada vez que acebes, zaplana o rajoy hablan de que el gobierno cede al chantaje o de que claudica ante ETA , hacen más fuerte a esta banda. Aunque tampoco estoy seguro de que no sea eso precisamente lo que quieren....