No hubo ningún exterminio: sí hubo una guerra, donde el que pierde, paga. La postguerra fue tan dura como la de los países que padecieron la II Guerra Mundial, y tal vez, incluso, la represión fue menor. En Alemania y en Francia a los colaboracionistas con el régimen se les dio plomo, en parte por represalias y en parte por los crímenes que cometieron. Exactamente igual pasó en España, solo que en vez de nazis, fueron comunistas y socialistas, cuyo final fue tan merecido como el de los nazis. No hubo exterminio, a muchos se les perdonó la pena capital por sus crímenes. Antes de la amnistía infame del 77, hubo otras en la época de Franco. A todo esto, recordar que hubo una guerrilla a la que se combatió de manera sumamente eficaz. Y hay que recordar que en 1959 nació ETA, que ese grupo terrorista era festejado por los abyectos comunistas y socialistas. Aunque matara ya en esa época a niños, sus acciones eran festejadas.
En el fuero interno, uno puede ser como quiera, pero políticamente es obvio que con los terroristas, o te defiendes y los aplastas o te aplastan ellos. No hay término medio, ni mariconadas, ni medias tintas. La represión franquista fue fruto del terrorismo: el boomerang del terrorismo tuvo como efecto, la represión. Tan sólo se les dio a ellos su propia medicina. Nada más.
Pero aquí lo que me interesa es para qué vuelve Garzón: es sencillo y está en las conversaciones del caso Faisán. Para tapar el crimen que supone que este Gobierno haya colaborado con el terrorismo. Para eso quieren que vuelva.